HORA SANTA DE LA LUZ

SALUDO AL SANTÍSIMO

EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO (DIOS DE AMORES)

 

En nuestra vida cristiana estamos con frecuencia a oscuras. A veces pecamos, y el pecado nos trae tiniebla. Otras veces no entendemos muy bien lo que Dios espera que hagamos, y por tanto estamos meramente caminando a tientas en la oscuridad.


En el Evangelio Jesús cura al ciego de nacimiento y le da luz para sus ojos. Vemos cómo Jesús nos está buscando para abrir nuestros ojos, nuestras mentes y nuestros corazones a sí mismo y a su Buena Nueva de salvación. Él vino al mundo para ser nuestra luz. Acojámosle como luz de nuestros ojos y de nuestro corazón.


Reencontrémonos con Jesús. Entremos en nuestro interior para dialogar con él de tú a tú. Escuchemos la pregunta que nos hace a cada una: “¿Crees tú en el Hijo del hombre?” Y respondamos con voz firme: “Creo, Señor.”

 


Cantamos: Dame Señor tu mirada

Dame Señor tu mirada y pueda yo ver desde allí el día que empieza el sol que calienta y que cubre los montes de luz.

Dame Señor tu mirada y pueda gozar desde allí que el día declina y anuncia las noches de luna cuando viene a mí.

Dame Señor tu mirada grábala en el corazón donde tu amor es amante tu paso constante tu gesto creador. (x2)

Dame Señor tu mirada y entrañas de compasión dale firmeza a mis pasos habita mi espacio y se mi canción

Dame Señor tu mirada y entrañas de compasión haz de mis manos ternura y mi vientre madura aquí estoy Señor.

ESTRIBILLO...

Ponme Señor la mirada junto al otro corazón de manos atadas de oculta mirada que guarda y calla el dolor.

Siembra Señor tu mirada y brote una nueva canción de manos abiertas de voces cubiertas y limite nuestro interior

ESTRIBILLO...


 

Oración (coro a coro)

Danos Señor tu luz, para mirar la vida con ojos de Evangelio.

Ayúdanos a confiar en ti, con todo nuestro corazón, para aprender a poner en tus manos, toda nuestra existencia.

Necesitamos cambiar y volver a Tí.

Queremos vivir la conversión y fortalecer nuestra fe.

 

Quita la venda de nuestros ojos que nos impide descubrir a los demás como hermanos.

Quita la venda de nuestro corazón que nos impide sentir y vivir movidos por tus enseñanzas.

 

Aclara nuestra mirada, danos tu luz, cambia la ceguera de nuestros pecados, para creer y vivir como discípulas.

 


 

Evangelio según san Juan (9,1.6-9. 13-17. 34-38):

CAMINOS HACIA LA FE (José Antonio Pagola)

 

El relato es inolvidable. Se le llama tradicionalmente "La curación del ciego de nacimiento", pero es mucho más, pues el evangelista nos describe el recorrido interior que va haciendo un hombre perdido en tinieblas hasta encontrarse con Jesús, «Luz del mundo».

No conocemos su nombre. Sólo sabemos que es un mendigo, ciego de nacimiento, que pide limosna en las afueras del templo. No conoce la luz. No la ha visto nunca. No puede caminar ni orientarse por sí mismo. Su vida transcurre en tinieblas. Nunca podrá conocer una vida digna.


Un día Jesús pasa por su vida. El ciego está tan no sabe quién es, pero confía en su fuerza curadora. Siguiendo sus indicaciones, limpia su mirada en la piscina de Siloé y, por primera vez, comienza a ver. El encuentro con Jesús va a cambiar su vida.

Los vecinos lo ven transformado. Es el mismo pero les parece otro. El hombre les explica su experiencia: «un hombre que se llama Jesús» lo ha curado. No sabe más. Ignora quién es y dónde está, pero le ha abierto los ojos. Jesús hace bien incluso a aquellos que sólo lo reconocen como hombre.


Los fariseos, entendidos en religión, le piden toda clase de explicaciones sobre Jesús. El les habla de su experiencia: «sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo». Le preguntan qué piensa de Jesús y él les dice lo que siente: «que es un profeta». Lo que ha recibido de Él es tan bueno que ese hombre tiene que venir de Dios. Así vive mucha gente sencilla su fe en Jesús. No saben teología, pero sienten que ese hombre viene de Dios.


Poco a poco, el mendigo se va quedando solo. Sus padres no lo defienden. Los dirigentes religiosos lo echan de la sinagoga. Pero Jesús no abandona a quien lo ama y lo busca. «Cuando oyó que lo habían expulsado, fue a buscarlo». Jesús tiene sus caminos para encontrarse con quienes lo buscan. Nadie se lo puede impedir.


Cuando Jesús se encuentra con aquel hombre a quien nadie parece entender, sólo le hace una pregunta: «¿Crees en el Hijo del Hombre?» ¿Crees en el Hombre Nuevo, el Hombre plenamente humano precisamente por ser expresión y encarnación del misterio insondable de Dios? El mendigo está dispuesto a creer, pero se encuentra más ciego que nunca: «¿Y quién es, Señor, ¿para que crea en él?» Jesús le dice: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es». Al ciego se le abren ahora los ojos del alma. Se postra ante Jesús y le dice: «Creo, Señor».

Sólo escuchando a Jesús y dejándonos conducir interiormente por él, vamos caminando hacia una fe más plena y también más humilde.

 

ORACIÓN COMUNITARIA: Señor, que tu luz brille sobre nosotras .

 

§  Oremos a Jesús, nuestra verdadera luz, que infunda en nosotras una fe firme, personal y comprometida, y digamos…

 

§  Por la Iglesia, el pueblo de Dios, para que ayudemos a que la luz de Cristo brille en este mundo y proclame su mensaje de verdad y amor en lenguaje de nuestro tiempo, roguemos al Señor.

 

§  Por todos los ciegos espirituales a causa de la duda o de la desesperación, para que puedan gozar de nuevo la luz de la fe a través de la fe personal de cristianos comprometidos y a través del testimonio de la comunidad cristiana, roguemos al Señor.

 

§  Por todos los que afirman ser seguidores de Cristo, para que sus ojos se abran completamente a la injusticia de la que ellos seguramente forman parte, y que ayuden a reponer las esperanzas de la gente en los valores de Dios, como la verdad, la dignidad humana y la justicia, roguemos al Señor.

 

§  Por nosotras, que queremos vivir en tu luz. Haz que te veamos en las hermanas de la comunidad y en los hermanos que nos rodean, como tú los ves. Roguemos al Señor

 

§  Para que te veamos vivo y presente en el pan eucarístico y al alimentarnos seamos testigas de amor que nos das cada día.

 

SILENCIO

ORACIÓN FINAL:


Hoy te bendecimos, Padre, por la luz de nuestro bautismo, esa luz de la fe en Cristo que iluminó toda nuestra vida. No permitas que volvamos a ser ciegas que creen ver, pero no distinguen los colores de tu presencia en el mundo.

 

Quita, Señor, las escamas de nuestros ojos en tinieblas. Ayúdanos a dar el paso definitivo de la incredulidad a la fe, de nuestra ceguera a la iluminación de Cristo, de nuestro egoísmo a la luz esplendorosa del amor.

 

Queremos caminar como hijas de la luz, estrenar ojos nuevos, ver a los demás como hijos tuyos y hermanos nuestros, y aparecer ante ellos llenas bondad, justicia y verdad. Amén

 

CANTO: A TAN GRANDE