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Nació en Lyon (Francia). Fundó en Toulouse la Congregación de Dominicas de la Inmaculada Concepción (1869).

El centro y corazón de su misión apostólica fue la educación de niños y jóvenes en total pobreza y desamparo.

Consciente de que el mundo está lleno de otras cegueras y necesidades e impulsada de manera irresistible a llevar el Evangelio a todas partes, fundó casas en diferentes diócesis de Francia y en América Latina. En Ecuador en 1889 comenzó con los enfermos de lepra. Esta misión se extendió a Perú y otros países, con admirable fecundidad, en obras de Educación, salud, y servicio a los más necesitados, llevando siempre el carisma de "Predicar la verdad y portar la luz de Cristo".

Esta mujer de fe y oración, de caridad ardiente y de misericordia entrañable, amiga de la pobreza y de la vida humilde y sencilla, falleció santamente en Mazéres (Ariége), el 16 de noviembre de 1894.

Una «mujer luz para los ciegos»

Es, sin lugar a duda, las fuerzas de su enorme dimensión espiritual.Estaba en Marsella cuando el Señor la llamó a Toulouse, para confiarle una maternidad sin parecido: los ciegos pobres y desvalidos de los arrabales, los rincones oscuros, las calles sin nombre.

Ella, con su corazón y con sus manos, con su sabiduría y su ternura, prendió un faro de luz en el mundo interior de los no videntes.
Logró superar en ellos: la inseguridad y represión temerosa, las tensiones conflictivas, la confusa captación de su imagen, la tímida
dependencia, la dolorosa sensación de impotencia y soledad.

Sin embargo, el servicio de M. Hedwige fue mucho más allá de la ceguera física. Se acercó a la ceguera espiritual que cunde por todos los rincones del mundo y de la historia. Nos dejó en herencia una consigna de profundo sentido evangélico: ser luz. Luz para los desvalidos y desconcertados, para la ceguera de la ignorancia, la confusión y el desaliento. Luz, para disipar las tinieblas del pecado y la noche oscura de tanta miseria humana. Luz para nuestras hermanas y para todos los que encontramos en el camino.

Una mujer orante y eucarística.

Su existencia fue un proyecto de vida formulado junto al sagrario. Es allí donde ella busca el proyecto de Dios, la hora de Dios, la ternura de Dios. Es al pie del sagrario donde ella hilvana sus planes apostólicos. Allí comienzan sus jornadas y allí terminan  sus martirios. Es una constante en ella recibir una prueba, un silencio glacial, una tempestad de ofensas, de rodillas ante el  sagrario. Mujer de oración, alma contemplativa, allí está su fuerza; por eso, aunque la tormenta amenace derrumbar sus proyectos, no se le derrumba el alma. Lección profunda y decisiva para nosotras, sus hijas, y nuestra misión. La presencia orante y eucarística de M. Hedwige es una llamada a revisar nuestra vida de oración, nuestra manera de celebrar la Eucaristía cotidiana.

Animadas por la santidad de M. Hedwige, tenemos que ir aprendiendo
a través de toda la vida:

• Que el sagrario es nuestro faro en las tinieblas, roca en la debilidad, impulso carismático en la misión.
• Que el Evangelio fue el manantial de donde brotó la santidad de su camino.
• Que la oración inunda nuestro ser con una fe inquebrantable.
• Que la esperanza, afianzada en la Eucaristía, es nuestra seguridad y nuestra fuerza.

Una mujer maternal, fraterna, comunitaria.

Totalmente despojada del individualismo, del egoísmo mezquino, de la soledad fugitiva, vive integrada de manera absoluta en la comunidad y es para la comunidad lazo de unión, de servicio mutuo, de solidez comunitaria.

El amor y la comunión grupal toman en ella diferentes formas: a veces la palabra sabia y comprensiva; en ocasiones la tolerancia; siempre por siempre el perdón.

Es incondicional en el servicio. Confía en las personas. Escucha con inalterable paciencia. Apoya y motiva con generosidad maternal. Corazón lleno de benevolencia, de cariño, de misericordia. El silencio, la disculpa, la paz serena, eran «su estilo». En  sucorazón tenían eco todos los dolores humanos.

Nosotras, sus hijas, sabemos que amar como ella no es cosa fácil, pero no es imposible. Es nuestro reto, es el desafío de cada jornada al desgranar las horas en comunidad.
 
Quedémonos con este pensamiento de M. H.: «La congregación es una planta destinada a perpetuarse. La providencia de Dios nos cubre con sus alas maternales».

Cronología: nos ayudará a obtener una visión general e introducción de la vida de Madre Hedwige Portalet y de los orígenes de la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Inmaculda Concepción.

Nacimiento de Hedwige Portalet, en Lyon-Francia

Ingresa a la Comunidad de María Inmaculada de Marcella.

Fundación del Instituto de Ciegos en Toulose. Es nombrada Superiora.

Se retira de la Congregación de María Inmaculada de Marcella. El Instituto de Ciegos pasa a ser regentado por la Comunidad de María Auxiliadora, el 3 de Noviembre de 1868.

Vuelve a tomar la dirección del Instituto de Ciegos, por la petición del Comité de Administración y del Señor Arzobispo de Toulouse..

FUNDA LA CONGREGACIÓN DE HERMANAS DOMINICAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE TOULUSE. Madre Hedwige portalet y Madre Francoise Lohier hacen su profesión temporal.

Inauguración del primer local propio del Instituto de Ciegos, en Toulouse- calle Montplaisir n° 39

Aprobación de las Reglas de la Congregación, por el Arzobispo de Toulouse, Monseñor Floriam Deprez.

Profesión perpetua de la Madre fundadora Hedwige Portalet y Francoise Lohier, ante el Arzobispo de Toulouse.

Madre  Hedwige Portalet  fue elegida Primera Priora General.

Fundación de la Casa de Saintes para Jóvenes obreras Ciegas, primera expansión apostólica de la Congregación.

Bendición de la Casa Madre (primer local propio) Calle Montplaisir 13, Toulouse. En esta Casa funcionaron dos obras apostólicas: un Taller para jóvenes ciegas y una Escuela para niños videntes.

AFILIACIÓN DE LA CONGREGACIÓN A LA ORDEN DE PREDICADORES, pasando a ser DOMINICAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN, gracias a la intervensión del Padre JACINTO MARÍA CORMIER, confesor y director espiritual de la comunidad. "Desde este día, consideramos al Padre cormier como nuestro Fundador".

Visita del Maestro General de la Orden, Rvdo. Padre José María Larroca, a la comunidad de la Casa Madre.

Primeras Hermanas en vestir el Hábito Dominicano.

La Congregación se extiende a América Latina. Llegan a Cuenca las cinco primeras Hermanas. Fundación del Leprocomio "Mariano Estrella", primera obra de la Provincia del Ecuador.

La Casa Madre y el Noviciado se trasladan, temporalmente, a Mazeéres, al local del colegio apostólico de los Padres Dominicos. Se abre una Escuela. (Regresaron a la Casa Madre de Toulouse el 13 de Octubre de 1896).

FALLECIMIENTO de Nuestra Madre Fundadora Hedwige Portalet, en Mazéres. Tenía 68 años.

Fundación del Colegio "Santa Rosa" de Trujillo, primera obra de la Provincia del Perú.

Aprobación definitiva de nuestra Congregación por el Papa Pio X.

Es proclamada SIERVA DE DIOS.