La Congregación, como miembro de la familia Dominicana, tiende a su fin mediante la vida contemplativa y apostólica. Estos dos elementos, sólidamente trabados entre sí y armónicamente equilibrados, constituyen su propia naturaleza.
Convocadas por el Espíritu para vivir idéntica consagración en la unidad del mismo carisma "Predicar la Verdad y portar la Luz de Cristo", integrando cultura, fe y vida, a través de los diferentes apostolados, promoviendo y formando una conciencia de ser fermento e irradiación del Evangelio. Somos una comunidad al servicio del Evangelio, insertada en la vida del pueblo.
Toda la misión apostólica tendrá identidad basada en los pilares de la espiritualidad dominicana:
La vida comunitaria, como elemento esencial de una Congregación Dominicana, hace de sus miembros una verdadera familia unida en fraternidad por el diálogo sincero, la corresponsabilidad apostólica, la participación orgánica y proporcionada de todas en el gobierno y la celebración de la liturgia "centro y corazón de nuestra vida".
En la oración glorifican a Dios y ruegan al Padre de las misericordias por toda la Iglesia y por las necesidades y salvaciòn de todo el mundo. Por tanto, la celebración de la liturgia, centro y corazón de toda nestra vida, constituye la acción comunitaria por excelencia, el alimento fundamental de la vida interior y manantial de energìa espiritual para realizar nuestra misión. (cf. LCO 57)
La idea fundamental de Santo Domingo al fundar la Orden, fue Predicar el Evangelio. Una predicación Evangélica que ayudase a las gentes a seguir a Cristo, a hacer realidad el Reino de Dios. Un Evangelio dirigido a todo tipo de gentes en todas las naciones.
Bases de nuestra Espiritualidad Dominicana